Foto: Departamento de prensa Caracas Futsal Club |
Prensa Caracas Futsal Club
El conjunto capitalino del Caracas
FSC extendió su “paternidad” ante el cuadro margariteño del Marítimo, al barrer
nuevamente la serie y mantener su invicto ante los “rojiverdes” en sus partidos
caseros. Pero no sin antes poner en cancha lo mejor de su repertorio, montado
sobre los hombros de sus dos refuerzos estelares de 2013: Mike Guerra y
“Juanchi” Bastidas.
El partido tuvo dos actos totalmente
distintos. Guevara ajustó las piezas, el “Mono” Ramos se mostró mucho menos
“salidor” que en la víspera y los equipos se encajaron tácticamente. Pese a
mostrarse escaso en su fútbol, Caracas se plantó hasta en tres ocasiones frente
al golero isleño, que nuevamente, sacó la casta para sus colores. Felices los
tachirenses que no lo verán en el “Campeones Mundiales”, pues sufrió su segunda
amonestación.
A los
atronadores cánticos de los varios frentes de los Demonios Rojos, (la
emblemática barra del Caracas FC) que cada vez en más número están asistiendo a
los partidos del “Rojo del Futsal”, respondió el joven Alfredo “Chavela” Vidal
con una diana que adelantaba a la “Rojiverde Insular” en el minuto 16.
Caracas comenzó más
a llegar por ímpetu que claridad, y justo al marrar una clara ocasión, recibió
una contra relampagueante finalizada con un remate cruzado de Almao que
estremeció con violencia los guarales de Mendoza. Dos a cero y se venía la
bronca de Romero en los vestuarios.
En la
reanudación y cuando Caracas no daba con la fórmula para destrabar el enredo y
se sentía que Marítimo podría acabar de una vez con la “maldición” de ganar en
la capital, emergió el talento individual de Guerra, que con un golazo al
minuto seis del complemento, regresaba a su equipo al partido.
Pero si algo
caracteriza a los equipos de Guevara es su peligrosidad a la contra. Por esa
vía llegaba el tercero, segundo en la personal de “Chavela” Vidal. Silencio en
las gradas. Era lo que necesitaba el Caracas para despertar, aprovechando
también la profundidad de su banca, que le permite a Romero utilizar muchas
variantes y alternativas sin que el cuadro en cancha no desciende en su nivel
con esas rotaciones.
Y llegó la
remontada. Primero con lo que en la jerga se conoce como “una tiza” disparada
por las botas de Bastidas y luego tras otro segundo acto de magia realizado por
Guerra, para empatar a falta de seis largos minutos.
Caracas se agrandó y fue el “Conejito” Moreno, suspendido en el partido
anterior, quien anotó el definitivo cuatro por tres, para explosión de alegría
de la barra y de un nutrido grupo de niños de una escuela del sector de La
Vega, eufóricos con el gol de su vecino.
Como era de
suponer Marítimo quemó todas las naves y el “Mono” se soltó a presionar en
cancha enemiga, instalando la sensación de gol en una u otra portería en los
últimos tres minutos. Pero no había nada que hacer. Caracas sigue siendo
territorio vedado para triunfos margariteños.
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